El hombre, después de conectar y probar los micros y el iMac, coloca dos botellitas de agua con sus vasos en la mesita, se sienta en su silla y, con puntualidad franciscana, enciende la tele y el vídeo con el comando a las nueve en punto. Todavía está en pijama.
-¡Corre, Magda, que está empezando ya! – grita él desde la sala, mientras inicia la grabación del programa.
-¡Ay, Hisopo, qué prisas, leche, siempre igual! Anda, empieza tú si es necesario…
La retransmisión está comenzando. Con un fondo de música sacra, varias imágenes en sucesión muestran grupos de fieles ya estacionados en la Plaza de S. Pedro, y otros llegando en ordenadas y obedientes oleadas. Filas de devotos se decantan a raudales, como buen vino eucarístico, por los ejes radiales de esta plaza, que les acoge y protege como una madre. Por todo lado se ven pancartas, banderas polacas y fotografías alusivas al futuro beato. Aparentemente, esta beatífica cruzada no difiere mucho de las imágenes de simples forofos que fuesen llegando al estadio, o de fans que idolatran a su grupo de rock preferido.
La mujer sale deprisa de la ducha y viene enfundada en su bata de baño, secándose la preciosa melena roja con una toalla, y mirando de reojo la tele mientras se posiciona.
-Ya lo has puesto a grabar, ¿no?
-Claro, mujer, date prisa… Y anda, ciérrate bien la bata, que me distraes con tanta hermosura, ay – suspira Hisopo, mirándola con una mezcla de castidad fingida y genuina glotonería.
- Tonto. Zalamero. A ver, un poco de seriedad y respeto por las formas, hombre de dios. Venga, quítale el volumen a la tele y comenzamos – dice, cerrándose bien la bata con el cinturón, no sin antes ofrecer a Hisopo una generosísima vista general de su recién duchada desnudez. Predicando con el ejemplo, vamos.
Miríadas de devotísimos turistas, numerosas delegaciones sudamericanas, africanas, asiáticas... Autoridades eclesiásticas de todo el orbe católico, obispos y cardenales, y también mucho curilla estudiante. Todos los colores y todos los idiomas, y una bonita convivencia, en fin. Como una Nueva Babel, pero sin malentendidos, ni nadie que desentone. Todo bien católico, que según parece, quiere decir eso mismo: Universal. Como el futbol.
Algunas monjas caminan con paso ligero, mal pueden ocultar su excitación. También muchos jóvenes, tras una ecuménica noche en vela para defender su lugar en la plaza, entonan sus juveniles cánticos de gloria y esperanza, acompañados de guitarras. Sus voces delatan las pocas horas de sueño de las últimas noches, vividas en casta armonía juvenil. O puede ser, simplemente, que canten así de mal. Se ven mujeres solas, en actitud de recogida oración, cuyos primeros planos las cámaras captan y proyectan para todo el urbi et orbe cristiano. Sin saberlo, esas mujeres sirven como pías estampas propagandísticas de una santidad humilde y cotidiana que penetra eficientemente en el imaginario colectivo de una catolicidad tan necesitada de buenos ejemplos. Es el Pueblo de Dios, y Dios que lo vea.
Lo de siempre, vamos.
Ambos se aclaran la voz. Es un simple ritual que la pareja repite desde hace años delante del televisor. Cada semana, seleccionan entre los dos algunos programas, y después los ven sin sonido, improvisando simultáneamente los comentarios de los locutores.
Magda e Hisopo son gente del teatro, una pareja versátil. Igual te comentan una misa de gallo que un programa rosa. Las bodas reales son sus eventos preferidos, claro, por el juego que dan. Pero tampoco le hacen un feo a doblar las ruedas de prensa de los entrenadores de futbol. Les encanta hacer el programa “La Fe de los Hombres”, realizado por la Junta Episcopal, con el dinero de todos los contribuyentes, sin discriminación de credo, pues faltaba más.
Lo que la pareja hace es reírse, y bien, de la caja tonta, de la vida, del lenguaje, de las noticias, de los curas, del poder. Y sobre todo, de ellos mismos. Quién nos diera que todos hiciésemos lo mismo, reír queremos decir, mejor nos iría.
A ver, la cosa funciona de esta forma: Magda e Hisopo graban la imagen de la tele, y después la montan en el iMac con sus propios comentarios (o sea, el audio pirata). A seguir, envían el resultado a sus amigos, lo que origina chanzas y cachondeos varios que se extienden durante semanas, en las redes sociales, y hasta generan reinterpretaciones de otras parejas aficionadas al género.
Así de simple, pero la verdad es que resulta: ellos mantienen afiladas sus dotes improvisadoras, al tiempo que se divierten de lo lindo. Lo normal es que se escachiflen de la risa a media grabación del programa, oyendo sus propios comentarios. La regla de oro es no parar. Los momentos más apreciados por sus amigos, empero, son aquellos en que ninguno de los dos habla, y todo lo que se oye como fondo de las imágenes son las risas de ambos, luchando por ganar la compostura para poder continuar.
El espectáculo comienza.
Él (Comentarista A, Hisopo): Buenos días a todos desde TELEGOD, su canal público, cuya programación va una vez más al encuentro de las preocupaciones y del verdadero sentir de los ciudadanos. Y sabemos, porque nos lo dicen todas nuestras encuestas, que los ciudadanos de este país son católicos en su abrumadora mayoría, y vean bien que las mayorías para serlo tienen que abrumar, si no es trampa y no vale. Y si todavía queda algún ciudadano que no lo es, católico queremos decir, pues que se chinche, con perdón, y haga por rezar, que seguro que buena falta le hace.
Perdonen ustedes, divagaba… Lo cierto es que lo que hoy traemos hasta sus casas va a ser un evento tan emotivo, que es capaz de dejar a más de un incrédulo atragantado con su rancio agnosticismo… ya saben que en TELEGOD, todos los caminos vienen a dar a Roma…
(Pequeña pausa para agua. Continúa Hisopo, aclarándose la voz).
Es impresionante el ambiente que se vive aquí en la Plaza de S. Pedro, señores televidentes, en esta maravillosa mañana de Mayo, en la que vamos a retransmitir la Sagrada Beatificación de Sifilio VI, el anterior pontífice… Maria Magdalena…
(Magda mal contiene la risa repentina que le produce la invención del nombre de Sifilio VI, pero se rehace con gran profesionalismo, y no falla su entrada, con voz entusiasmada).
Ella (Comentarista B, Maria Magdalena): Sí, Hisopo, y buenos días señoras y señores televidentes… Es verdaderamente contagioso el ambiente que podemos sentir irradiando desde este santo y Vaticano lugar, donde hoy se dan cita más de un millón de personas, unidas por el amor profundo a… Sifilio VI, quien - sin menosprecio del actual Vicario de Jesús en Roma - supo ser artífice de una bien necesitada renovación en el aparato eclesial, congregando en torno a su figura una renovada imagen de la cristiandad y…
Hisopo: … y ahora que hablas de esa imagen, Maria Magdalena, permíteme que te interrumpa para llamar la atención de nuestros televidentes para la espectacular perspectiva aérea de esta colosal Plaza. Ofrecida por un grupo de cuatro helicópteros que continuamente sobrevuela este fenomenal evento, bien se podría decir que esta imagen móvil que ahora ustedes contemplan, es algo así como el ojo de Dios, si me permiten el símil teo-oftalmológico… Maria Magdalena…
(Durante el parlamento de Hisopo, Magda se ha ido contoneando sensualmente por la sala, formando con los dedos un triángulo sobre su roja melena, y sin dejar de mirar con cierta lascivia teatral a su compañero de retransmisión. Sus cabellos de miel, todavía mojados, y esos movimientos provocativos, la convierten en la locutora más deseada desde que “doblaron” Emmanuelle II. El pobre Hisopo bebe agua para calmarse un poco).
Maria Magdalena: … Efectivamente, es de hecho una imagen radiante, Hisopo, que convoca todo el sentido simbólico que encierra un día como el de hoy, en el que todo el Rebaño de Dios, aquí en presencia, así como en casa junto a la televisión, en católica y romana unidad, se agolpa entre estas columnatas del Maestro Bernini para rendir un emotivo homenaje a Sifilio VI, este hombre que entregó toda su vida en su incansable misión de apostolado. No en vano los fieles de todo el mundo lo apodaron cariñosamente “Sifilio number 13”… Hisopo…
(Magda sigue con sus contoneos, remedando los movimientos de una stripper, en cuanto deja a su compañero la iniciativa de la retransmisión).
Hisopo: Sí, Maria Magdalena…Y de hecho desde aquí podemos ver muchos jóvenes, y no tan jóvenes, vistiendo desenfadada y orgullosamente la camiseta con la efigie de Sifilio y el 13 a la espalda, testimoniando el papel de Sifilio VI como el decimotercero de los apóstoles. La Plaza de S. Pedro es una fiesta, señores…y TELEGOD está aquí para llevársela hasta sus hogares…
(Hisopo se esfuerza por no perder nada del impío espectáculo de Magda, y al mismo tiempo mantener un mínimo de concentración en la imagen televisiva. Su temperatura sube y desabrocha un botón de la parte superior de su pijama).
Maria Magdalena: Sí, Hisopo… Decíamos que, si bien es cierto que, a ras de suelo, podemos observar las innúmeras manifestaciones personales de cariño y fervor que el anterior padre de los católicos, Sifilio VI, supo despertar durante su perseverante peregrinación en esta tierra, es precisamente en estas imágenes cenitales (la voz se imposta con solemnidad) donde todo el significado y pujanza de la catolicidad pueden ser comprendidos en un solo golpe de vista…
(Mientras dibuja en el aire sus metáforas, Magda se tira al suelo, encarnando brevemente el papel de una sumisa esclava sexual. Utiliza el micro de forma incitante mientras habla las cosas más serias. Para empeorar la situación, la seguridad del cierre de su bata comienza a mostrar, ay, algunas brechas. Hisopo se empieza a morir de risa un poco, la verdad es que esta Magdita lo vuelve loco).
Hisopo: Tus palabras son un envoltorio, me atrevo a decir que perfecto para esta magnífica imagen, Maria Magdalena…
Maria Magdalena: …Sí, Hisopo, gracias… En realidad el mérito es todo de la magnífica realización de nuestros compañeros italianos, que pone de manifiesto toda la cuidada simbología de esta gran celebración: por un lado la epifanía del hombre común, erguido orgulloso y consolado en su finito horizonte temporal, gracias a su fé, y por otro lado esta otra dimensión eterna, representada en las prodigiosas vistas aéreas de la Basílica y su área envolvente, en las que cada individuo es forzado a recordar su insignificancia ante la imponencia de esta arquitectura y ante la magnificencia y ubicuidad de la Presencia Divina…
(Piensa Hisopo, sintiendo el comienzo de una protuberante erección dentro de su pijama: “Para simbologías, el Obelisco central de la plaza, ese que algunos paganos tildan de fálico”. Magda ha empezado a rozar lúbricamente su cuerpo precariamente vestido en la espalda de Hisopo, que se recompone como puede, se vuelve, admira a Magda semidesnuda, aspira el perfume de sus cabellos y, decidido, agarra su micrófono).
Hisopo: … Bueno, bueno, Maria Magdalena, corta ya con eso… A mí tanto helicóptero volando bajo me está poniendo un proverbial dolor de bocha, eso ya por no hablar de la que se iba a armar aquí si, en el medio de tanta cabriola aérea, se chocan dos de ellos y se precipitan aquí abajo encima del rebaño. Se iba a armar, propiamente hablando, la de Dios. Digo yo que podían tener más cuidado los de la curia…
Maria Magdalena: Jajaja, Hisopo, qué cosas tienes… Ni el Armageddon, hombre de Dios...
Hisopo: Sí, ya sólo les falta poner La Valquiria de Wagner a todo meter, y soltar unas rafaguitas de metralla para parecer la escena del napalm, en Apocalyse Now! Mira que asiáticos aquí no faltan... Igual quitan al viejete ese de la mitra y ponen a Marlon Brando…
(Hisopo, excitadísimo, se dispone a abandonar la grabación, y se va derechito para ella, pero Magda, con la bata de baño ya completamente abierta, le finta y continúa).
Maria Magdalena: … Atención señores, porque todos los ojos están ahora vueltos para la comitiva que avanza por la avenida, transportando al actual Pontífice Cilicio XVI, quien, en un sencillo gesto, ha querido prescindir del papamobile para sentirse más cerca del rebaño que con tanto acierto pastorea. El novio de la Iglesia avanza lentamente sobre un solemne coche negro, descapotable, flanqueado por no menos de ocho fornidos y rubicundos muchachos, elegidos entre los que no dudarían en interponerse entre el faro de la cristiandad y cualquier agresor malvado que decidiese hacer algo malo. Es una imagen que recuerda, en su campechana simplicidad, la entrada de Jesús en Jerusalén, sin ir más lejos. La muchedumbre aplaude fervorosamente. Cilicio parece un poco desencajado por el esfuerzo de portar la cruz en alto, aunque bien pudiera ser un efecto de la gracia divina, que le confiere un aire de serenidad extática fuera del alcance del común de los mortales… Magnífica la visión del Obelisco desde esta perspectiva, ¿no te parece, Hisopo?
(Magda alude ciertamente a la imagen televisiva, pero juega con la presencia de la erección de su compañero, antes apenas anunciada, pero ya una realidad difícil de ocultar en estos momentos. Magda la acaricia cariñosamente por fuera del pijama).
Hisopo: … Magnífica, sí, María Magdalena…Tal vez fantasea Cilicio, quien sabe, con ese ansiado momento futuro en que las gracias que hoy irán a recaer en su predecesor Sifilio se depositen finalmente sobre él, asegurándole una posteridad en el calendario santoral. En fin, quizá la gente se olvide de esos malintencionados rumores que le atribuyen una militancia en las juventudes nazis, así como alegados intentos de enterrar las evidencias de las prácticas pedófilas de sus compañeros de Iglesia… Mentiras burdas… Se lo dicen sus amigos de TELEGOD, que otra cosa no, pero a bien informados no nos gana nadie…
(Hisopo ya yace en el sofá, cual cordero próximo al sacrificio propiciatorio. La incorregiblemente lasciva Magda está haciendo todo lo posible por romperle la serenidad con la lentitud más exasperante, y no es que a él le desagrade lo más mínimo. La bata de baño fue abandonada hace rato en el suelo, así que, bueno, dejamos la escena para la imaginación del lector).
Hisopo: El automóvil pasa ahora junto al Obelisco… y frente a la tribuna presidencial… donde los dignatarios de la República Italiana… aplauden al paso del santo padre…
(Magda va desnudando lentamente a su hombre, como puede, en el sofá, aunque sin nunca descuidar sus labores informativas).
Maria Magdalena: En el centro de la tribuna figura Silvio Corleoni, Presidente de la República, quien en las últimas semanas ha sido centro de las atenciones por la acusación de perversión de menores que recae sobre él, entre otras setenta y pico de denuncias. Don Silvio se hace acompañar de una atractiva muchacha de formas turgentes y aspecto más bien pubescente. Muy mona, la verdad, si bien que no faltará quien pueda poner faltas a la decencia del atuendo que escogió para esta solemne ocasión. El ruido de los flashes se oye desde la Fontana di Trevi, y no parece que sea por el Papa, no…
(Se podrá pensar que cómo se puede hablar de decencia en el atuendo quien impúdicamente retransmite un evento de esta importancia vestida como Eva, pero aún sin el beneficio de la hoja de parra; pero es que Magda tiene una ética muy relajada para estos asuntos, e Hisopo, para qué negarlo, la adora así).
Hisopo: Ahí voy precisamente, Maria Magdalena, ahí voy…Y es que algunas se piensan que pueden, ostentando un escote más abierto o una falda más corta, impresionar al pastor de la Iglesia … ¿Pero es que no se dan cuenta de lo que no haya visto este hombre no lo ha visto nadie?
(La última frase de Hisopo sorprende a la Magdalena, que estalla en risas descontroladas. Hisopo aprovecha para acabar de (des)vestirse como Adán y abrazarla).
Maria Magdalena: La comitiva llega finalmente a la zona del altar, desde donde se celebrará el ritual de Beatificación de Sifilio VI. El coro de niños comienza a cantar.
(Música coral, imaginada, cantada por voces angelicales. Algunos primeros planos captan niños en concentrada actividad canora, imbuidos de una seriedad que sus cortas edades parecen querer negar).
Maria Magdalena: En fin, cada cual a lo suyo. La ceremonia de Beatificación… está a punto de comenzar. Vean como el incienso… purificador asciende para los cielos… en una bella metáfora… de lo que es la… oración… de los hombres... con Dios…
(En este punto, los ruidos provocados por la sensual liza de los locutores se sobreponen a los comentarios, y las palabras suenan entrecortadas entre los desvergonzados jadeos. Hisopo todavía acierta a ofrecer una salida airosa y coherente, lo que sorprende si nos atenemos a las operaciones que en estos momentos su linda compañera realiza en su sexo).
Hisopo: Sí, María Magdalena. La ceremonia está comenzando, y nosotros, con un respeto profundo, nos vamos a retirar dejándoles con la sola compañía de la palabra sagrada, que no necesita comentarios cuando es oída con espíritu puro. Estén atentos, que igual Cilicio dice algo en español, y se pueden enterar de algo, aunque no es probable. Buenos días, y desde aquí les emplazamos para la santificación del cardenal Berlusconccio, el próximo domingo a la misma hora si Dios quiere, y querrá, en TELEGOD.
(Ruidos de vasos que se caen, risas, golpes de micrófonos, finalmente desconectándose).
Los amigos protestaron airadamente después de ver el video montado:
“Jo, tíos… ¿por qué no dejasteis los micrófonos conectados hasta el final? ¡Tendría mucha más gracia…divina!”.
Sándalo Naranja
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